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16/09/2019
¿Comemos por hambre o por situaciones emocionales?
¿Comemos por hambre o por situaciones emocionales?
Comer por motivos emocionales puede sabotear los esfuerzos para bajar de peso porque, a menudo, se termina comiendo demasiado y mal.
A veces, los peores antojos de comida aparecen cuando uno se encuentra emocionalmente en el punto más débil. Puede que consciente o inconscientemente se recurra a la comida en busca de consuelo cuando uno se enfrenta a un problema difícil, al sentirse estresado o incluso cuando se está aburrido.
Comer por motivos emocionales puede sabotear los esfuerzos para bajar de peso porque, a menudo, se termina comiendo demasiado, especialmente muchos alimentos ricos en calorías, azúcar y grasa. Lo bueno es que si uno es propenso a comer por motivos emocionales, puede tomar algunas medidas para recuperar el control de sus hábitos alimenticios y volver a encaminarse en el objetivo de perder peso. 

EMOCIONES
Comer por motivos emocionales es una forma de suprimir o calmar esas emociones negativas, como estrés, ira, temor, aburrimiento, tristeza y soledad. Los eventos importantes de la vida o, más comúnmente, las premuras de la vida cotidiana pueden desencadenar emociones negativas que conducen a comer por motivos emocionales y perturban los esfuerzos para bajar de peso. 
Estos desencadenantes podrían incluir:
* Conflictos en las relaciones personales
* Trabajo u otros factores estresantes
* Cansancio
* Presiones financieras
* Problemas de salud
Aunque algunas personas comen menos cuando se enfrentan a emociones fuertes, si uno se encuentra en una situación de angustia emocional, podría recurrir a comer impulsivamente o en exceso y consumir rápidamente lo que esté a su alcance, sin ni siquiera disfrutarlo.
De hecho, las emociones pueden llegar a estar tan ligadas a los hábitos alimentarios que automáticamente se busca algo para comer al enojarse o estresarse, sin siquiera pensar en lo que se está haciendo.
La comida también sirve como distracción. Cuando, por ejemplo, se está preocupado por un evento que se avecina o uno no deja de pensar en un altercado, a lo mejor se cae en la ingesta de "comida reconfortante", en lugar de lidiar con la situación dolorosa.
Sean cuales sean las emociones que lleven a comer en exceso, el resultado final suele ser el mismo. El efecto de la comida es temporal, las emociones regresan y probablemente se sienta el peso adicional de la culpa por haber retrocedido en el camino hacia la meta de perder peso. Esto también puede llevar a un círculo vicioso: las emociones disparan el impulso de comer en exceso, pero luego uno se culpa por desviarse de la meta para el peso y debido a que uno se siente mal, nuevamente, come en exceso.

ENCARRILARSE
Cuando las emociones negativas amenacen con desencadenar la ingesta por motivos emocionales, se deben tomar medidas para controlar los antojos. Algunos consejos para ayudar a evitar comer por motivos emocionales son:
* Llevar un diario de comidas. 
Anotar lo que se come, cuánto se come, cuándo, cómo se siente uno al comer y cuánta hambre se tiene. Con el tiempo, posiblemente se encuentren patrones que muestran la conexión entre el estado de ánimo y la comida.

* Dominar el estrés. 
Si el estrés contribuye a comer, conviene probar las técnicas para controlar el estrés, como el yoga, la meditación o la respiración profunda.

* Verificar si realmente se tiene hambre. 
Si uno comió hace solo unas horas y el estómago no hace ruidos, probablemente no sea hambre. Es importante darle tiempo al antojo para que pase.

* Buscar apoyo. 
Se es más propenso a comer por motivos emocionales cuando se carece de una buena red de apoyo. Es bueno apoyarse en la familia y amigos o unirse a un grupo de apoyo.

* Luchar contra el aburrimiento. 
En lugar de comer bocadillos sin hambre, es mejor distraerse y optar por un comportamiento más saludable. Dar un paseo, ver una película, jugar con el gato, escuchar música, leer, navegar por Internet o llamar a un amigo, son algunas opciones.

* Eliminar la tentación. 
Es mejor no tener en casa esos alimentos tan tentadores y difíciles de resistir. 
Al sentir enojo o tristeza, se debe posponer el viaje al supermercado hasta que 
las emociones vuelvan a la normalidad.

* No privarse. En el esfuerzo por perder peso, tal vez se limiten demasiado las calorías, se coman los mismos alimentos una y otra vez y o uno se prohíba ciertos gustos. Todo eso puede aumentar los antojos, especialmente ante una emoción fuerte. Comer alimentos saludables en cantidad suficiente, darse un gusto ocasionalmente y variar mucho la comida para ayudar a frenar los antojos, son buenas ideas.

* Comer bocadillos saludables. 
Al sentir la necesidad de comer entre comidas, se deben elegir bocadillos saludable, como frutas frescas, vegetales con un aderezo bajo en grasa, nueces o pochoclo sin manteca. De igual manera, se puede probar la versión baja en calorías de los alimentos favoritos para ver si satisfacen el antojo.

* Aprender de los errores. 
Si se come por motivos emocionales, es necesario perdonarse y comenzar de nuevo al día siguiente. Se debe tratar de aprender de la experiencia y hacer un plan para evitarla en el futuro. Hay que concentrarse en los cambios positivos que se hacen en los hábitos alimentarios.
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