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Lic. Alejandra Perinetti Dir. de Aldeas Infantiles SOS
27/06/2019
40 años de aprendizaje y trabajo por la niñez
Hace cuarenta años comenzamos nuestro trabajo en Argentina. Aunque el contexto y las necesidades que atendíamos eran diferentes, nuestro foco de trabajo era el mismo: brindar entornos protectores y de cuidado a niños y niñas separados de su familia.

Fuimos pioneros en el abordaje de las problemáticas de la infancia, en la atención personalizada de niños y niñas, y en el desarrollo integral de cada uno de ellos. Nunca estuvimos solos para lograrlo, además del apoyo de miles de personas, del trabajo en red con las Autoridades de Aplicación y con distintos aliados locales, nuestra historia traspasa las fronteras del país. Aldeas Infantiles SOS fue fundada en Austria hace más de 70 años, en 1949 y actualmente tiene presencia en 135 países.

En Oberá, Misiones, dimos nuestros primeros pasos en el país. Allá por 1979 nos enfocamos en brindar cuidado y protección a niños y niñas que habían sido separados de sus familias. Nuestro modelo fue revolucionario para aquella época: ofrecíamos un espacio protector similar al del entorno familiar y evitábamos que los niños fueran enviados a los tradicionales orfanatos. Esto permitió que cientos de niños pudieran permanecer junto a sus hermanos en grupos familiares pequeños, con una cuidadora estable y comprometida con su crianza.

Este programa luego se extendió a Mar del Plata, Córdoba y Luján. En la actualidad Cuidado Alternativo funciona tanto en la modalidad de la Aldea como en casas integradas en la comunidad, así como también en Rosario donde brindamos cuidado de calidad a niños y adolescentes en contextos de internación hospitalaria y sin cuidado familiar.
Como parte de nuestra labor, en 1987 inauguramos también en Oberá el Colegio Hermann Gmeiner que brinda hoy educación a más de 900 alumnos, desde nivel inicial hasta formación profesional.

Nuestro trabajo lleva ya 40 años de experiencia en atención directa y continúa vigente ofreciendo a cientos de niños, niñas y adolescentes un cuidado de calidad, personalizado y que garantiza su desarrollo integral mientras se trabaja con las familias de origen para favorecer el reintegro familiar o bien mientras se acompañan procesos de adopción, cuando la autoridad correspondiente así lo determina, a fin de garantizar a los niños el derecho a la convivencia familiar.

En 1990 la Convención sobre los Derechos de Niños ratificó nuestros ejes de trabajo y nos planteó nuevos desafíos. Comenzamos a centrarnos en la prevención, en el fortalecimiento de las capacidades de cuidado de las familias y en la promoción de entornos protectores donde la afectividad y el buen trato hacia niños y niñas sean garantes de contextos libres de violencia.

Así, en 2007 inauguramos nuestro primer programa de Fortalecimiento Familiar y Desarrollo Comunitario en Mar del Plata. Con la experiencia del impacto positivo producido, años más tarde lo extendimos a Luján, Rosario, Oberá y recientemente a la ciudad de Córdoba.

Con este marco, en el último tiempo acompañamos múltiples procesos de adopción que representaron para cada uno de los niños/as una oportunidad de volver a la convivencia familiar. Pero también fuimos testigos del dolor que produce la espera de un proceso de adopción que para muchos nunca llega. Por eso, actualmente nuestros esfuerzos también se concentran en acompañar a las decenas de adolescentes y jóvenes que, sin la posibilidad de una familia que los acompañe, enfrentan el desafío de la adultez con el único apoyo de nuestra organización.

Para todo niño o niña lo mejor es crecer en familia, sin violencia y alcanzando el máximo de sus posibilidades por eso nuestro esfuerzo está en desarrollar nuevos y mejores modos de hacer nuestro trabajo. Así, recientemente pusimos en marcha el programa “Familias Solidarias” que ofrece acogimiento transitorio en familias de la comunidad a niños que por diversos motivos fueron separados de sus familias de origen.

Muchas y grandes cosas han pasado a lo largo de nuestros primeros cuarenta años. Fuimos testigo y acompañamos el crecimiento de miles de niños y adolescentes que encontraron la posibilidad de vivir en familia, mujeres que lograron superar situaciones de violencia de género, adolescentes que participaron de intercambios fuera del país, jóvenes que terminaron una carrera universitaria y jóvenes que formaron sus familias. También, atravesamos situaciones difíciles y dolorosas, esas que conmueven hasta las lágrimas porque la humanidad se antepone a lo técnico. Todas y cada una de ellas nos marcan el camino a seguir.

Nuevos desafíos nos esperan, nuevos caminos se abrirán, pero el rumbo seguirá siendo el mismo: que cada niño, niña y adolescente pueda desarrollarse de manera integral, sin violencia y en el marco del respeto de sus derechos.