Miles de árboles se perdieron en el temporal del último miércoles. Quedará para los próximos días el debate acerca de la pertinencia de la prohibición de la poda que rige en Quilmes desde hace una década, frente a la probada incapacidad del Municipio de mantener el arbolado público en condiciones.
\"La poda es una de las actividades más riesgosas que tiene el Municipio\", explicaba a PERSPECTIVA SUR hace una semana el ingeniero forestal Alberto Gatei, director de la Escuela de Jardinería Municipal. Hay que subirse a varios metros, colgarse de una rama, con una máquina eléctrica muy peligrosa. Requiere de un seguro especial para el trabajador, y éste tiene que ser joven, ágil y (lo más difícil de todo) que sepa podar.
Justamente por eso lanzaron hace poco un curso de podador, para empleados municipales en primer lugar, y abierto a la comunidad, en segundo. \"La idea es unificar criterios de poda\", explicó Gatei.
Vayamos por partes: podar está prohibido, pero a ojos vista está (y lo probó el temporal del miércoles) que la altura que tomaron los árboles requiere un \"despunte\" (cortar las puntas para bajar la altura de la copa). En todo Quilmes, no hay más de una decena de personas que se dedican a esto, de allí que la Escuela de Jardinería comenzó a formar podadores.
La falta de podadores oficiales es tal, que el listado de solicitudes de poda del arbolado urbano superó una espera de dos años. Hoy en día, si algún vecino llama a la secretaría de Medio Ambiente solicitando una poda, los empleados buscan desalentarlo, ya que saben que cualquier fecha que den será mentirosa. Hasta el miércoles pasado, la Comuna sólo se encargaba de los casos extremos, donde hubiera riesgo de vida.



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